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Clara Sánchez
Clara Sánchez
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01/06/2004

ENTREVISTA A CLARA SÁNCHEZ
"La engañosa seguridad en que sobrevivimos"
por Judit Amazares

 Clara Sánchez, nacida en Guadalajara en 1955, es una de las escritoras más consolidadas de la narrativa española contemporánea. Sus artículos y cuentos pueden leerse en periódicos, revistas y antologías, y la transparencia de su prosa ha llegado ya a miles de lectores a través de novelas como Piedras preciosas (Debate, 1989), No es distinta la noche (Debate, 1990), El palacio varado (Debate, 1993), Desde el mirador (Alfaguara, 1996), El misterio de todos los días (Alfaguara, 1999) o Últimas noticias del paraíso, por la que recibió el Premio Alfaguara de Novela 2000.

Con motivo de la publicación de su última novela, Un millón de luces (Alfaguara, 2004), de la que en este número se pueden leer dos fragmentos, Clara Sánchez vuelve a conversar con los lectores de The Barcelona Review.

 TBR: Es la segunda vez que te entrevistamos para nuestra revista. La primera vez fue cuando recibiste el Premio Alfaguara de Novela 2000. ¿Desde entonces ha cambiado algo en Clara Sánchez como escritora?

CS: Desde entonces he vivido muchas alegrías y algunos disgustos, he aprendido un poco más de la vida y espero que se note en lo que escribo. Por lo que me dicen los lectores, creo que sí. Yo voy madurando con mis novelas y mis novelas conmigo, cada una de ellas representa una etapa de conquista de la vida.

TBR: En tus novelas suele haber una comunión entre personajes y escenarios. Éstos se convierten en espacios poéticos desde donde proyectar los sueños de los personajes. Un millón de luces se abre con el capítulo titulado "La Torre de Cristal", ¿qué es realmente la Torre de Cristal?

CS: La veo como la materialización de esa sensación de precaria o engañosa seguridad en que sobrevivimos. Creo que esas torres de cristal, esas torres de oficinas que nos encontramos por todas partes del mundo definen muy bien nuestra época, una época fronteriza entre lo material y lo virtual. Para mí la Torre de Cristal es la metáfora de este nuevo mundo, por eso es algo vivo, cambiante, casi fusionado orgánicamente con los personajes que la habitan.

TBR: Un edificio de oficinas desde el que contemplar vidas ocultas tras la luz; pero antes, un palacio, el mirador de un hospital, ventanas en infinidad de pisos desde las que observar... ¿Por qué esa insistencia en mostrarnos lo cotidiano desde las alturas? ¿Crees que hay algún mirador desde el que podamos observar nuestras propias vidas?

CS: Cada uno tiene su propio mirador, su propio punto de observación. En cuanto nos quedamos un instante preguntándonos quiénes somos entre los demás es que hemos tomado perspectiva respecto a nuestras vidas.

TBR: Cada capítulo viene encabezado por el nombre de uno de los personajes (a excepción del primero), sin embargo, nunca sabremos el nombre de la narradora...

CS: Quería identificarme con la narradora tanto que pudiera ver con sus ojos y sentir con sus estados de ánimo, quería apreciar el mundo como si yo fuese otra persona, y el ponerle un nombre inmediatamente rompía esta magia, todos me parecían falsos en ella, todos servían y ninguno, en definitiva no era necesario. Y si no era necesario ¿para qué ponerlo?

TBR: ¿Qué hay de Clara Sánchez en la narradora de Un millón de luces?

CS: Para identificarme con ella tuve que llenarla con cosas mías. Por ejemplo, como le sucede a ella en la Torre de Cristal, toda mi vida ha sido un ir adaptándome a algo, por no hablar de las inseguridades o la forma de ver a los demás. Sin embargo, al final solamente tiene un noventa por ciento de lo que soy, por lo que el diez por ciento restante adquiere una gran importancia.

TBR: ¿Qué es lo que hace de la narradora un personaje tan especial al que todos acuden para explicar sus miedos, sus secretos?

CS: No es tan especial, nos ocurre a todos. A lo largo del día la gente nos cuenta historias, anécdotas, la gente habla por los codos, y más en un centro de trabajo donde hay que convivir ocho horas o más, se acaba hablando de la vida. Casi todos los chismes y rumores salen de los trabajos, que es el ámbito donde mayoritariamente hoy nos relacionamos.

TBR: La narradora va ensamblando las distintas historias que primero imagina y después van llegando a ella casi de forma natural. ¿Qué me puedes decir de la estructura de la novela?

CS: Su estructura se parece a la estructura de la misma Torre de Cristal, donde trabajan los personajes. Es como si nos fuésemos asomando por algunas de sus ventanas para conocer así retazos de las historias de los demás. A través de ellas, tal vez la narradora haya aprendido algo sobre la diferencia que hay entre lo que somos y lo que parecemos.

TBR: ¿Qué personaje fue el más difícil de construir? ¿Cuál el más cercano?

CS: Tengo la impresión de haber convivido con todos ellos, no los he inventado, han salido de mi memoria. En mi vida siempre ha habido una Vicky, con quien crear un reducto de intimidad, alguien perdido como Sebastián Trenas, alguien a quien odiar momentáneamente como a Teresa... Aunque confieso que me divertí mucho escribiendo sobre Conrado y los hermanos Dorado, quizá los más desconocidos para mí.

TBR: ¿A partir de qué empezaste a crear esta novela, una idea, un personaje, una sensación?

CS: En la prehistoria de esta novela sólo hay un nombre: Anabel. Anabel fue el germen de esta historia de la que acaba siendo la auténtica víctima. Quedó un poco aplastada por la aparición de la Torre de Cristal y los personajes que fueron surgiendo de ella. Yo quería hablar de la fragilidad de nuestro día a día a través de Anabel, pero al final ha sido a través de muchos y de un edificio.

TBR: Cuando en una obra literaria vemos representado el mundo de la oficina es inevitable pensar en personajes como Bartleby o Gregor Samsa, nómadas intelectuales que han marcado la literatura del siglo XX. ¿Cómo es el héroe urbano de la literatura actual?

CS: Igual, pero con más prisa, mayor desorientación vital y referentes menos claros. Continuamos sin entender nada y es imposible no sentir angustia.

TBR: Siempre hemos escuchado que el trabajo dignifica, sin embargo en tu novela parece que sea capaz de sacar nuestro lado más oscuro...

CS: Gran parte de mi educación sentimental deriva de ese aprendizaje. Ahí he conocido los resortes de la pequeña crueldad cotidiana y de una supervivencia sorda. Y, en medio de todo, me han sorprendido los gestos de desprendimiento de algunas personas. Ahí he aprendido que la gente es difícil, pero que sin ella nos quedamos solos.

TBR: Si no me equivoco, empezaste a trabajar muy joven, ¿de qué has trabajado?

CS: Comencé trabajando en una agencia de viajes, luego en un laboratorio farmacéutico, en la Administración Civil del Estado y finalmente he dado clase en la universidad durante algunos años. Tampoco es para tanto.

TBR: ¿En cuáles de estos trabajos te has sentido más cómoda?

CS: Dando clase. Me gusta bastante. Ha sido mi periodo laboral más largo y, sin embargo, mi verdadero aprendizaje sobre la naturaleza humana fue en los despachos.

TBR: ¿Alguna vez has tenido la sensación de que la escritura se tornase "Torre Negra"?

CS: Alguna que otra, en esos casos es mejor dejarlo y esperar a que salga el sol.

TBR: No es un secreto tu afición al cine. ¿Te gustaría que alguna de tus obras fuera llevada a la gran pantalla? ¿Cuál crees que sería la más idónea?

CS: Todo depende de quién la lleve. Creo que en Últimas noticias del paraíso hay una relación madre-hijo, que echo de menos en el cine. Y con Un millón de luces un director con una mirada original podría hacer algo interesante.

TBR: Te permito elegir cualquier director o directora de la historia del cine para llevar a cabo ese proyecto.

CS: He visto Lost in translation y creo que podría hacerlo bien Sofia Coppola. Está viva y en activo, no quiero imposibles.

TBR: El término "literatura femenina" está cargado hoy día de connotaciones peyorativas, y sé que tú eres un tanto escéptica en relación a este concepto. Sin embargo, has participado en alguna antología de relatos escritos por mujeres, ¿crees que todavía son necesarias este tipo de antologías?

CS: Sólo es una manera de situar un libro en la mesa de novedades, aunque durante un tiempo ha supuesto una llamada de atención hacia el hecho de que las mujeres también escribíamos y ha sido una manera de que el lector se acercase a nosotras. Ahora se hace menos, ya es menos necesario y editorialmente menos llamativo.

TBR: En un momento del libro la narradora dice que quien ha alcanzado el éxito jamás desvelará cómo. ¿Qué es el éxito para un escritor? ¿Consideras que lo has alcanzado?

CS: Para unos es vender mucho; para otros, superarse cada día más como escritor. En cualquier caso, el éxito es relativo y seguramente nadie llega a estar al cien por cien satisfecho con el suyo por grande que sea a la vista de los demás, a la vista de los que se preguntan ¿cómo habrá llegado hasta ahí? En cuanto a mí, si miro hacia atrás considero que lo tengo, si miro hacia delante, aún está por llegar.

TBR: En una entrevista que te hicieron leía que no tenías superada tu adolescencia, y uno de los capítulos de Últimas noticias del paraíso empezaba con la siguiente reflexión: "A los adolescentes nos definía más el futuro que el presente, más lo que íbamos a ser que lo que éramos". Así pues, háblame de tus próximas metas, tus próximos proyectos.

CS: Estoy embarcada en una nueva novela, con la que me siento muy ilusionada, me acuesto y me levanto pensando en ella, pero por el momento es como un amante secreto.

TBR: Por último, si tuvieras que elegir en qué planta estar de la Torre de Cristal, ¿cuál elegirías?

CS: Digamos que en esta vida ya he pasado por recepción y por el resto de pisos. Creo que ha llegado el momento de estar en la última planta.